sábado, 9 de abril de 2011

Un mal vino en el barrio del Carmen

Dando una vuelta por el barrio del Carmen me dio por entrar en un bar bastante popular en Gijón.  El bar en cuestión se llama El Monje.  Según entras en él, la verdad que llama la atención porque tiene un espacio con un par de mesas altas rodeado por una exposición de vinos que tienen a la venta.  Una vez que te sientas y pides algo para beber comienzas a ver que no es oro todo lo que reluce.  La mesa en la que me puse estaba sucia, de no haberse limpiado, con los cercos de los vasos bien pegajosos.  Era primera hora de la tarde y no había nadie más que yo en el bar, con lo que había tenido tiempo más que de sobra para limpiar la mesa, pero vamos… sigo con mi relato.  Cojo  el metacrilato en el que exponen los vinos que tienen de chateo y me sorprendo, punto número uno porque las añadas de los vinos están completamente obsoletas (vinos del 2005 y 2006), punto número dos, porque tiene unos precios realmente altos y punto número tres, porque se me quedo pegado a las manos.  La camarera se dirige a mí a voces desde la barra diciendo: “¿qué vas a tomar, nena?” o algo por el estilo.  Vamos, un trato más que familiar o cercano, de bar de pueblo.  Le pido un Viñas del Vero.  Cuando me lo trae y lo acerco a la nariz me da la sensación de que lleva abierto demasiado tiempo, y no me equivoco, ya que cuando lo llevo a la boca, puffff, no hay quien lo beba.  Para rematar la cuestión, pasan con muchos pinchos, pero madre mía, ¡que pinchos! Rebanadas de pan con cosas encima que más vale no investigar.  Cuando creí que ya lo había visto todo me quedo perpleja al ver que para que los de la mesa de mi lado puedan sentarse, no es que se peguen a mí, sino que las mesas están tan apretadas que casi se sientan en mi misma silla.  Vamos que cría fama y échate a dormir es más o menos lo que le pasa a este sitio.